La vida y obra de Gastón Deligne, uno de los poetas más notables de la República Dominicana, están marcadas por una historia de superación personal, compromiso social y una profunda soledad creativa. Nacido el 23 de octubre de 1861 en Santo Domingo, su infancia estuvo ensombrecida por la pérdida temprana de su padre debido a la fiebre tifoidea. Esta tragedia dejó a su madre en la pobreza, pero su destino daría un giro gracias a la generosidad del filántropo Padre Billini, quien lo internó en el Colegio San Luis Gonzaga, donde obtuvo su grado de Bachiller en 1877.
Tras completar sus estudios, Deligne se embarcó en una vida laboral que lo llevó a trabajar como tenedor de libros en un almacén en la zona colonial de Santo Domingo, propiedad de Aarón Namías, donde permaneció durante quince años. Sin embargo, en 1891, debido a la crisis económica y al desequilibrio político y social que afectaba la capital dominicana, decidió trasladarse a San Pedro de Macorís, donde establecería su residencia definitiva. A su llegada a Macorís, intentó incursionar en el comercio, pero sus esfuerzos fracasaron, lo que lo llevó de nuevo a su oficio de tenedor de libros.
Fue en esta época que Gastón Deligne encontró protección y apoyo en la figura del banquero alemán Van Kampen, de la firma Van Kampen, Schumuker y Co. Van Kampen lo respaldó hasta el final de sus días, lo que le permitió continuar su trabajo literario y creativo.
El legado literario de Gastón Deligne es impresionante. Fue un poeta multifacético que exploró una amplia gama de formas poéticas y temas. A pesar de que sus primeras composiciones poéticas mostraron influencias del romanticismo, simbolismo, impresionismo y modernismo, rápidamente desarrolló su propio estilo original. Su obra se caracteriza por su preocupación social y un inquebrantable patriotismo que defendió durante toda su vida.
Deligne fue un pionero en la poesía dominicana. Su habilidad para profundizar en los estados de ánimo individuales y explorar el drama íntimo de personajes angustiados y melancólicos lo hizo destacar. Su interés por cuestiones filosóficas y existenciales se manifestó en obras como "Angustias," "A Sor María de las Nieves," "Confidencias de Cristina," y varios de sus romances. Esta preocupación existencial se reflejó en su exploración de la patria, las tragedias políticas y sociales, las costumbres rurales, las creencias populares y la naturaleza tropical.
A pesar de su destacada obra literaria y su influencia en la literatura dominicana, Gastón Deligne llevó una vida solitaria y no tuvo discípulos ni seguidores. Su estilo literario requería una individualidad excepcional, y él mismo mantuvo una sobriedad distintiva en su escritura. A medida que avanzaba en su carrera, su estilo se contrajo, separándolo de sus contemporáneos, lo que lo convirtió en un poeta incomprendido a pesar de recibir elogios.
Deligne, a diferencia de la tendencia modernista de su tiempo, despreció esta corriente y prefirió nutrirse directamente de los clásicos y el realismo, aunque lo superó en profundidad y alcance en muchas ocasiones. También incursionó en la crítica literaria a través de sus artículos y ensayos, recopilados en el libro "Páginas Olvidadas," que contenía sus colaboraciones en periódicos y revistas tanto en la República Dominicana como en Cuba. Su influencia intelectual en el ámbito literario dominicano de su época fue enorme.
Gastón Deligne, el poeta solitario, se distinguió por su originalidad, profundidad filosófica y su incansable compromiso con la literatura y la expresión de la vida en la República Dominicana. A pesar de su corta vida lírica, su legado perdura, y su contribución a la literatura dominicana continúa inspirando a escritores y amantes de la poesía en toda América.
