Se conoce históricamente con el nombre de “El Grito de Capotillo”, al inicio de la acción patriótica y militar de un grupo de 15 hombres comandados por el general Santiago Rodríguez y acompañado por José Cabrera, Benito Monción y Segundo Rivas…cuando ellos armados de machetes y pocos fusiles, entraron desde Haití al territorio nacional el 16 de agosto de 1863, y en el Cerro de Capotillo, lugar en la Provincia de Dajabón, y al son de una “diana y con redobles de tambores, enarbolaron la bandera dominicana”.
Con “El Grito de Capotillo” se emprendió uno de los episodios más trascendentales de nuestra historia: La Guerra de la Restauración; para reinstalarnos como Segunda República, libre, independiente y soberana, con el triunfo de los dominicanos, y oficialmente, el 3 de marzo de 1865, cuando en España se firma el decreto derogando la reincorporación de Dominicana a la Monarquía Española como provincia ultramarina, que previamente la había formalizado el Presidente de la República, general Pedro Santana, o sea, el 18 de abril de 1861.
No habían transcurrido veinte años de nuestra Independencia Nacional, el 27 de Febrero de 1844, cuando la perdimos a causa de esa Anexión. Lo cierto es que el ideario del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte junto a los Trinitarios, formaba parte de la conciencia de los dominicanos como su identidad nacional. En parte, eso explica, que la acción de los restauradores de Capotillo, encontraran a su paso apoyo masivo, firme y decidido del pueblo dominicano.
Algunas fechas demuestran ese apoyo. Veamos: el 22 de agosto caían en manos de los restauradores las comunidades de Guayubín, Dajabón, Monte Cristi y Sabaneta. El 28 de ese mismo mes, caían el Ayuntamiento y el Cuartel de Puerto Plata, La Vega, San Francisco de Macorís y Cotuí. El 30, se rindió Moca.
Las tropas de Gregorio Luperón y Gaspar Polanco, compuestas por más de mil hombres entran a la ciudad de Santiago el 3 de septiembre, y el día 6, luego de varios intentos por tomar la Fortaleza San Luis, los líderes dominicanos tomaron la audaz decisión conocida como “el incendio de Santiago”.
En todas las acciones bélicas de la guerra restauradora, el pueblo dominicano luchó con la valentía y la dignidad de ser ¡Dominicano!, a pesar de los escasos recursos materiales de que disponía. El prócer Pedro Francisco Bonó describió esa carencia así: “No había casi nadie vestido. Harapos eran sus vestidos. El tambor de la comandancia estaba con una camisa de mujer por toda vestimenta. El corneta estaba desnudo de la cintura para arriba”.
¡Honor y Gloria! para todos los patriotas que lucharon para restaurar la República Dominicana.
¡Que la República Dominicana que nos legaron, perdure para siempre!
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