Mientras el Gobierno despliega operativos para detectar pacientes indocumentados en 33 hospitales públicos, con especial presión sobre mujeres embarazadas, una pregunta queda flotando en el aire: ¿cuándo comenzará el verdadero operativo interno?
No basta con detener y repatriar a miles de extranjeros cada semana. La migración irregular no se sostiene sola. Detrás de cada persona que cruza ilegalmente la frontera, hay una red de corrupción que empieza en el mismo Estado: militares, agentes de Migración, choferes, traficantes, y hasta empleados de bajo nivel que, por acción o por omisión, facilitan el paso.
¿De qué sirve aumentar las repatriaciones si no se corta la cadena que alimenta el problema?
Migración sin freno: negocio para muchos
Los números lo dicen todo: según cifras oficiales publicadas por Diario Libre, de las 158 acusaciones presentadas este año por tráfico de personas, apenas ocho han llegado a juicio. La impunidad es el oxígeno de esta crisis. Sin consecuencias reales para los facilitadores internos, cada deportación es apenas un parche, no una solución.
Mientras no se limpie adentro, mientras no se sancione con firmeza a los corruptos que convierten la frontera en un mercado de humanos, cualquier operativo será incompleto y, en el fondo, hipócrita.
Los haitianos no llegan a Santo Domingo ni a los polos turísticos caminando. Alguien los traslada, alguien los protege. Y esas personas están, muchas veces, uniformadas o respaldadas por el mismo sistema que debería controlarlas.
Un llamado urgente
Con Información de Diario Libre
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