Una historia que vibra con su gente
Santiago ciudad corazón. Así se define esta ciudad que, desde el mismo día en que fue fundada, ha latido al ritmo del trabajo, la cultura y el compromiso colectivo. En un emotivo acto conmemorativo por los 50 años de la Corporación Zona Franca Santiago, María Amalia León, presidenta de la Fundación Eduardo León Jimenes y directora general del Centro León, ofreció unas palabras que no solo recorrieron los siglos de historia, sino que tocaron el alma de los presentes.
Con una sensibilidad que conjugó historia, poesía y propósito, León describió a Santiago como un territorio que ha crecido desde la virtud de su gente, recordando que “una ciudad no está adornada por cosas externas, sino por la virtud de quienes la habitan”.
Y es que Santiago, fundado en 1495 a orillas del Yaque dormilón y con la mirada firme del Pico Diego de Ocampo, no solo es una ciudad con pasado, es también una ciudad con visión.
El corazón que impulsa a un país
Durante la ceremonia, se presentó el libro “Santiago: Meca empresarial y epicentro de inversión”, una obra que retrata la evolución urbana, económica y social de esta ciudad, dividida en tres tiempos: ayer, hoy y mañana.
Desde sus inicios como centro de comercio hasta convertirse en referente de desarrollo empresarial, la crónica de Santiago demuestra que la clave ha estado en su gente. Una comunidad que se ha formado sobre valores, educación y responsabilidad ciudadana.
La frase Santiago ciudad corazón no es solo un apodo geográfico, sino la representación viva de un modelo de crecimiento que equilibra tradición con modernidad. Desde la histórica Sociedad Amantes de la Luz hasta la moderna Corporación Zona Franca, Santiago ha sabido invertir en su identidad y proyectarla con confianza.
María Amalia León resaltó también la importancia de la alianza público-privada, liderada por instituciones como APEDI, y el papel de la cultura en la construcción del bienestar colectivo. Citando a Pablo Neruda, cerró con una idea poderosa: solo con una visión comprometida y paciencia ardiente se conquista una ciudad luminosa y justa.
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