Ciudad del Vaticano.- Este Domingo de Pascua, el papa Francisco emocionó al mundo al asomarse al balcón central de la basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi. Aunque continúa recuperándose de una neumonía, el pontífice argentino no quiso dejar de saludar a los fieles en uno de los momentos más esperados del calendario litúrgico.
La imagen del Santo Padre, sentado en su silla de ruedas, sin cánulas de oxígeno y con voz suave, conmovió a las más de 35 mil personas presentes en la plaza. “Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!”, dijo al comenzar el acto. Su breve presencia fue suficiente para renovar la esperanza de millones.
Un mensaje de unidad y paz para el mundo
Debido a su estado de salud, el mensaje pascual fue leído por Monseñor Diego Ravelli. En él, Francisco pidió un alto el fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y ayuda para los más afectados por la guerra.
Desde el corazón del Vaticano, la bendición Urbi et Orbi volvió a ser una oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de paz, justicia y fraternidad. El Papa también denunció el antisemitismo y expresó su solidaridad con los migrantes, las mujeres y los niños víctimas de violencia.
Al finalizar, Francisco recorrió la plaza en el papamóvil, saludando a los fieles. Fue un gesto de cercanía, una señal clara de que, pese a la fragilidad física, el Papa sigue siendo un referente de fe y consuelo.
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