En lo más alto de las montañas de Sabana Iglesia, provincia Santiago, donde alguna vez abundaban las carencias y los caminos polvorientos, hoy se respira dignidad, desarrollo y esperanza. Todo gracias a la entrega constante de la Fundación Rancheros Unidos en New York, presidida por el dominicano Augusto Taveras.
Esta organización, integrada por dominicanos trabajadores que residen en Estados Unidos —en su mayoría vinculados al comercio de supermercados en Nueva York— ha logrado cambiar el rostro de Los Ranchos de Babosico, una apartada comunidad que hoy vive una transformación sin precedentes.
Con el respaldo de empresarios aliados, tanto dominicanos como norteamericanos, Rancheros Unidos en New York ha hecho realidad el sueño de cientos de familias humildes: más de 500 viviendas completamente amuebladas, centros educativos, áreas deportivas, un centro de salud, parques infantiles, calles asfaltadas, electricidad permanente y agua potable para todos.
Más que casas: se construyen sueños
Las casas entregadas no son estructuras vacías. Cada una cuenta con sala, baño, cocina, dos o tres habitaciones, y en muchos casos, una pequeña marquesina que sirve de espacio de trabajo o reunión familiar. Además, vienen equipadas con todo lo necesario para empezar de nuevo: camas, estufa, refrigerador, comedor y muebles.
La más reciente entrega sumó 43 nuevos hogares, elevando el total a 543 viviendas donadas, sin ningún costo para los beneficiarios. Durante el acto, se rindió un emotivo homenaje a don Eligio Taveras –Moro–, padre de Augusto, nombrando una de las zonas del proyecto con su nombre. Un gesto que provocó lágrimas y aplausos entre la comunidad y los presentes.
Pero la misión de esta fundación va más allá del cemento. También han impulsado la educación, otorgando becas universitarias a más de 40 jóvenes, dos de los cuales ya son médicos, y hoy sirven con orgullo en su tierra natal.
Rancheros Unidos en New York no solo ha construido viviendas. Ha levantado una comunidad, ha sembrado esperanza, y ha demostrado que cuando se quiere ayudar, no hay distancia que lo impida.
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