Este lunes, el museo más visitado del planeta, el Louvre, amaneció cerrado. No por guerra. No por pandemia. Cerrado por su propia gente, por los que abren las puertas del arte cada día.
Louvre cerrado fue la frase más repetida entre miles de turistas desconcertados bajo la famosa pirámide de cristal. ¿El motivo? Una huelga repentina de su personal. Asistentes de sala, agentes de boletos y empleados de seguridad dijeron basta. Acusaron agotamiento, exceso de visitantes y un museo que —literalmente— se cae a pedazos.
“Es como si la Mona Lisa también necesitara un descanso”, dijo Kevin Ward, un visitante estadounidense. Y no le falta razón.
Un ícono en crisis
La sala donde se exhibe la Mona Lisa recibe más de 20 mil personas al día. Gritos, empujones, selfies, calor… y arte que muchos apenas miran. La famosa sonrisa de Da Vinci se ha convertido en símbolo de la saturación.
El cierre de este lunes no fue el primero, pero sí uno de los más simbólicos. Ya había pasado en la Segunda Guerra, en la pandemia y durante una huelga menor en 2019. Pero ahora hay algo distinto: el Louvre está avisando que ya no puede más.
Los trabajadores lo dijeron claro: las condiciones actuales son insostenibles. Filtraciones, cambios bruscos de temperatura, falta de personal… Y todo, mientras el turismo sigue creciendo sin freno.
El gobierno francés, a través del presidente Macron, había anunciado un ambicioso plan de renovación para el museo, incluyendo una nueva sala para la Mona Lisa y una entrada alterna para reducir el caos. Pero los trabajadores no quieren esperar hasta 2031.
“No podemos seguir así por seis años más”, declaró Sarah Sefian del sindicato CGT-Culture.
Un espejo del turismo global
El Louvre se ha convertido en símbolo de un fenómeno mayor: el turismo masivo desbordado. Lo que pasa en París ya ocurre en Venecia, en la Acrópolis, en Machu Picchu. Lugares de belleza infinita que están siendo consumidos por su propia fama.
Esta vez no fueron los enemigos externos. El Louvre no fue cerrado por bombas ni por virus. Lo cerró su gente, alzando la voz por un arte que no solo debe ser contemplado, sino también protegido.
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