En una operación digna de espionaje moderno, miles de pagers y walkie-talkies en Líbano se convirtieron en dispositivos mortales, dejando una estela de caos y dolor. El martes, a las 3:30 de la tarde, los dispositivos comenzaron a sonar, alertando a los operativos de Hezbollah con lo que parecía ser un mensaje de sus líderes. Sin embargo, las notificaciones no provenían de Hezbollah, sino de su archienemigo, Israel.
Instantes después, el sonido de explosiones llenó las calles de Líbano. Los artefactos, equipados con pequeños explosivos, se activaron, lanzando a hombres adultos de sus motocicletas y provocando el pánico en hogares y tiendas. Testigos reportaron escenas desgarradoras: personas arrojadas al suelo, retorciéndose de dolor, con humo saliendo de sus bolsillos.
Un ataque planificado con precisión
Las explosiones dejaron al menos una docena de muertos y más de 2,700 heridos solo el primer día. Al día siguiente, el caos continuó cuando los walkie-talkies comenzaron a explotar, aumentando la cifra de víctimas a 20 muertos y cientos de heridos adicionales. Si bien algunos de los afectados eran miembros de Hezbollah, muchos de los heridos eran civiles, incluidos niños. Entre ellos, Fatima Abdullah, una niña de 9 años que murió cuando el busca de su padre explotó en sus manos.
Israel no ha confirmado ni negado su participación en las explosiones, pero fuentes de inteligencia y defensa apuntan al país como responsable de la operación. Estas fuentes describen la estrategia como una jugada elaborada y de larga preparación, con la cual lograron introducir dispositivos manipulados en territorio enemigo sin levantar sospechas.
La génesis de los dispositivos trampa
La entrega de los pagers y walkie-talkies comenzó en 2022, cuando Hezbollah adoptó medidas estrictas para evitar el uso de teléfonos móviles, bajo el temor de que Israel los estuviera hackeando. Conocedores de que los teléfonos ya no eran seguros, Hezbollah optó por confiar en dispositivos aparentemente más simples, como localizadores y radios. Lo que no sabían era que Israel había transformado esos mismos aparatos en «botones» que podían ser activados en cualquier momento.
Esta tecnología había sido desarrollada y perfeccionada por Israel, que invirtió millones en el diseño de dispositivos que, bajo las órdenes adecuadas, se convirtieran en armas mortales. Los artefactos llegaron al Líbano bajo la apariencia de ser herramientas inofensivas de comunicación interna, y se distribuyeron entre los operativos de Hezbollah.
El momento decisivo
La orden para activar los pagers llegó esta semana, en medio de crecientes tensiones entre Israel y Hezbollah. Tras la activación, miles de dispositivos estallaron simultáneamente, sembrando el pánico en todo el país. El caos fue tal que las ambulancias apenas podían moverse entre los heridos y los hospitales se vieron rápidamente desbordados.
Hezbollah admitió que al menos ocho de sus combatientes habían muerto en las explosiones, pero el ataque también dejó víctimas entre los civiles libaneses. En el sur de Beirut, durante el funeral de cuatro víctimas, otra explosión desató el pánico, provocando una estampida entre los asistentes.
Para muchos libaneses, las explosiones representaron una nueva y devastadora realidad: sus dispositivos de comunicación más comunes, aquellos en los que confiaban para mantenerse informados y conectados, ahora podían convertirse en armas letales. El miedo a que un teléfono o un walkie-talkie pudiera explotar en cualquier momento dejó a la población en estado de alerta constante, con llamados a apagar todos los dispositivos móviles.
Consecuencias a largo plazo
Este ataque no solo marcó un nuevo capítulo en la larga confrontación entre Israel y Hezbollah, sino que también dejó claro el alcance y sofisticación de las capacidades tecnológicas de Israel. En un conflicto donde la inteligencia y la tecnología son armas cruciales, Israel ha demostrado una vez más su capacidad para infiltrarse en las comunicaciones de su enemigo y convertir dispositivos cotidianos en instrumentos de guerra.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó que Israel haría «lo necesario» para que los más de 70,000 israelíes desplazados por el conflicto con Hezbollah pudieran regresar a sus hogares, lo que implica que el ataque a los pagers es solo una parte de una estrategia más amplia.
Mientras tanto, la población libanesa enfrenta una nueva amenaza, una que ha transformado por completo la forma en que interactúan con sus dispositivos tecnológicos. Ahora, para muchos, la comunicación no es solo una cuestión de información, sino también de vida o muerte.
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