Dominicanos brillan. Esa frase, corta pero poderosa, resume lo que vivimos este lunes en el mejor béisbol del mundo.
Fue una de esas noches donde el talento de Quisqueya se dejó sentir con fuerza. Donde cada swing, cada lanzamiento, llevaba detrás la pasión de todo un pueblo.
Wenceel Pérez, ese joven que muchos aún no conocen del todo, fue el gran protagonista. Conectó dos imparables, incluyendo un cuadrangular que viajó lejos, impulsó dos carreras y anotó una más. Su promedio sigue subiendo y su nombre empieza a sonar fuerte. En Detroit ya lo ven como una chispa, como un futuro sólido.
Y no estuvo solo.
Jesús Sánchez también se lució con tres hits, mientras que Agustín Ramírez pegó un batazo que todavía están buscando. Willi Castro no se quedó atrás y produjo carreras con ese estilo discreto pero efectivo que lo caracteriza.
En total, 15 dominicanos vieron acción ofensiva y seis de ellos se fueron con múltiples hits. Dos jonronearon. Sí, los dominicanos brillan.
En la lomita también se lucieron
Desde el bullpen, hubo brazos que hablaron con firmeza.
Huascar Brazobán sacó una entrada difícil con autoridad. Dos ponches, un solo hit y ninguna carrera. Su efectividad sigue bajando. Lo mismo hizo Abner Uribe, que sigue siendo un seguro en Milwaukee: otra entrada perfecta y su 16.º hold del año.
El joven Luis Guerrero también hizo su parte: dos entradas sin permitir absolutamente nada. Ni hits, ni boletos, ni carreras.
No todo fue perfecto. Luis Severino tuvo una noche complicada. Nueve hits, ocho carreras limpias. Duele, pero así es el juego. Hoy se gana, mañana se aprende.
Lo cierto es que, en cada jornada, los nuestros dan la cara. Sea con el bate o con el guante. En cada ciudad, en cada equipo, hay un dominicano listo para dejar su alma en el terreno.
Y eso es algo que no todos los países pueden decir.
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