En su cuento autobiográfico, “El Horla”, el inmenso Guy de Maupassant describe cómo enloqueció, atribuyéndolo a una “epidemia de locura” desatada en Brasil. Hoy estamos viviendo una epidemia demencial similar, con mucha gente contagiada, solo eso explicaría ciertos comportamientos y pronunciamientos.
“Estamos perdiendo la democracia”, dijo la asambleísta estatal Yudelka Tapia, oriunda de Villa Duarte, “porque hay alguien en la Casa Blanca que está decidido a ser un dictador. Y el dictador de nosotros (los dominicanos) nosotros lo matamos en el 1961. Ese dictador nosotros lo matamos en el 1961”, repitió.
Claramente, Yudelka parece insinuar algo que prefiero no escribir.
El director del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL), doctor Guido Gómez Mazara, parece sufrir un serio contagio.
Vino a Nueva York con la presidenta de la Asociación de Bancos Múltiples de la República Dominicana (ABA), Rosanna Ruiz, anunciando un nuevo acuerdo “público-privado”.
El gobierno dominicano y los banqueros proveerán “educación financiera” a los dominicanos para enseñarles cómo evadir el pago del impuesto del 1% a las remesas.
El Estado dominicano intenta reducir las recaudaciones del gobierno federal, y lo anuncia públicamente, con espantosa naturalidad, ¡increíble! Esto resulta absolutamente demencial.
Por evasión impositiva, un delito federal, toca multa y prisión. Por mostrarles sus errores, soy “enemigo del gobierno”. Enloquecieron. A esta gente debemos ponerle camisa de fuerza.
Si un haitiano dice lo que Yudelka dijo; si el gobierno haitiano “educa” a sus ciudadanos para evadir impuestos dominicanos, ¿qué pasará?
Esta epidemia de locura es vieja, tiene su historia.
En 2023, estuve con el extinto Billy Berroa en una recepción deportiva. La televisión anunció el asesinato de los hijos de Saddam Hussein, el público aplaudió, celebró.
Billy me llevó a una esquina y me susurró: “El mundo enloqueció, mira a Bilito”, dijo señalando a su hijo, “como padre, no puedo celebrar que maten a los hijos de otro padre”.
“Ahora, quizá ellos están cuerdos y nosotros locos; mejor nos tomamos nuestros tragos tranquilitos y calladitos, así nos vemos más bonitos”, sugirió. Brindamos en silencio.
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