KIEV, Ucrania — En medio de la prolongada guerra en Ucrania, la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos despierta opiniones encontradas. Mientras algunos ven una oportunidad para la paz, muchos ucranianos mantienen un escepticismo firme sobre las promesas del nuevo mandatario.
Liudmyla Parybus, estudiante de 20 años, es clara sobre su postura. «No pongo ninguna esperanza en él», afirmó en el centro de Kiev. Para ella, el destino de Ucrania recae en sus propios ciudadanos. Este sentimiento de autosuficiencia resuena en Marharyta Deputat, directora comercial de 29 años, quien subraya: «No podemos confiar en nadie más».
El peso de un conflicto prolongado
El conflicto, que inició con la invasión rusa a gran escala en 2014, continúa afectando a millones. Hanna Horbachova, una panadera de 55 años que tuvo que huir de Donetsk hace una década, comparte su preocupación por el alcance del conflicto. «No se detendrá en Donetsk, Zaporiyia o Dnipropetrovsk. Irá más lejos», expresó desde su negocio en Dnipro.
Aunque reconoce las dificultades de un acuerdo, Horbachova también admite que Trump podría aprovechar esta oportunidad para cimentar su legado como un líder mundial de la paz. «Tiene la posibilidad de ser recordado como el salvador de una gran nación», afirmó.
Expectativas frente a la realidad
Una encuesta reciente de Gradus Research muestra que el 36% de los ucranianos cree que la guerra podría terminar para 2025, un aumento frente al 25% de hace seis meses. Sin embargo, otro 31% piensa que el conflicto podría prolongarse por años, reflejando la incertidumbre generalizada.
Oleksandr Merezhko, jefe de la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento ucraniano, también ve un potencial histórico para Trump. «Ucrania tiene que convertirse en una historia de éxito para él», señaló.
No obstante, las negociaciones enfrentan grandes desafíos. Los asesores de Trump han admitido que resolver la guerra tomará tiempo, desafiando la promesa de un acuerdo inmediato.
Mientras tanto, para muchos en Ucrania, el futuro sigue siendo incierto. «Nuestro destino está en nuestras manos», concluyó Deputat, reflejando el espíritu resiliente de una nación en medio de la adversidad.
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