En un giro inesperado de su política económica, el expresidente Donald Trump anunció este miércoles que baja aranceles globales al 10% para la mayoría de los países, como parte de una estrategia temporal que busca estabilizar los mercados financieros. Sin embargo, el anuncio vino acompañado de un golpe contundente a China, al imponer un arancel del 125% sobre sus productos, el más alto registrado hasta la fecha en el marco de la tensa guerra comercial entre ambos gigantes.
«Lo hice porque la gente se estaba poniendo un poco nerviosa», declaró Trump al justificar su medida, que tendrá una duración de 90 días. La decisión fue bien recibida por los mercados: la Bolsa de Nueva York experimentó una inmediata alza en sectores clave, especialmente los industriales y tecnológicos, que ven en esta acción una ventana para la recuperación.
Europa relaja postura, China contraataca
La reacción internacional no se hizo esperar. La Unión Europea suspendió los aranceles de represalia contra EE.UU., considerando el gesto como una señal de distensión. Desde Bruselas calificaron la medida como “un paso en la dirección correcta”.
China, sin embargo, endureció su posición. Luego de imponer un impuesto del 84% sobre productos estadounidenses, la administración Trump respondió con un nuevo arancel de 125%, marcando así un punto crítico en las relaciones bilaterales. “No tomen represalias y serán recompensados”, advirtió el secretario del Tesoro, Scott Bessent, reforzando la narrativa de presión económica.
Juego político en Washington
Mientras los mercados celebran, la tensión en Washington se agudiza. Un intento de los demócratas por anular los poderes de emergencia nacional usados por Trump para imponer los aranceles fue bloqueado por los republicanos en la Cámara de Representantes. La jugada legislativa revela la fuerte división política que sigue marcando el rumbo económico del país.
Con esta medida, Trump no solo busca reequilibrar las relaciones comerciales, sino también reforzar su influencia política de cara a futuros movimientos electorales. Lo que resta por ver es si, en 90 días, las tensiones se calman… o si apenas se ha encendido una nueva chispa en el tablero del comercio mundial.
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