Más que justificada la vigorosa reacción social y la indignación colectiva por la defraudación en Senasa, robo al que le calza cualquier tipo de calificativo, incluso el de criminal, porque atenta contra la salud, que después de la vida y la dignidad es lo más importante en el ser humano, como dictaminó el juez de la Oficina de Atención Permanente del Distrito Nacional.
Más lejos fue el magistrado Rigoberto Sena en sus categóricas motivaciones de la medida de coerción a los 10 imputados por el Ministerio Público: “Este es un caso tétrico, sombrío, escandaloso, extremadamente grave, cruel al extremo, es una especie de frenesí colectivo…”
No se necesita agregar nada más para resaltar este escándalo, porque sin salud no se puede vivir. A lo menos que se puede aspirar es a una condena ejemplar.
Pero al demandar justicia y para mantener la coherencia con la que este medio ha abordado casos anteriores de denuncia de corrupción, nos distanciamos de todo cuanto aliente el morbo y una condena social anticipada.
La presunción de inocencia de toda persona es un punto nodal del derecho, un principio celosamente custodiado por garantías constitucionales.
Que en el proceso se garantice el respeto a la dignidad de los investigados, por lo que rechazamos que el Ministerio Público reincida en etiquetar los expedientes con sobrenombres despectivos en menosprecio, primero a la orden impartida por un juez y luego por el Tribunal Constitucional, de cesar esa práctica porque vulnera el honor y la dignidad de los procesados.
Con los “apodos” el Ministerio Público es desafiante y utiliza mal su “independencia”, pero no nos distraeremos en recordárselo para que no se pierda el enfoque en exigirle un expediente amparado en bases legales y pruebas concretas.
El fraude en Senasa será emblemático en la lucha por adecentar la vida pública por lo que ojalá, como en otros casos trascendentes, no cundan a la postre el desaliento y la desconfianza, ni se erija la ausencia de sanciones en baldón que insulte la conciencia nacional.
Fuente: El Caribe
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