La quema de 20 toneladas de marihuana en el distrito de Lice, al este de Turquía, terminó afectando a toda la población de la localidad. Lo que comenzó como un operativo antidrogas, realizado el 18 de abril por la Gendarmería local, terminó en una emergencia de salud pública no declarada.
El humo cubrió por días esta localidad de 25 mil habitantes. Vecinos reportaron síntomas como mareos, náuseas, alucinaciones y dolores de cabeza. Algunos padres aseguran que sus hijos siguen enfermos, y las visitas al hospital se han vuelto constantes.
Una nube tóxica sobre el pueblo
“Hace cinco días que no podemos abrir las ventanas. El olor a marihuana es insoportable”, contó un residente que pidió no ser identificado. “Esto pasa cada año. Nadie nos protege”.
El valor de la droga incinerada supera los 260 millones de dólares. Según las autoridades, fue el resultado de 226 operativos realizados en lo que va del año. Sin embargo, el método de destrucción elegido generó fuertes críticas.
Para quemar la droga, se usaron 200 litros de diésel en un área cercana al centro urbano. Las autoridades incluso formaron la palabra “Lice” con los paquetes antes de prenderles fuego.
“El gesto fue innecesario y muy poco profesional”, denunció Yahya Oger, presidente de la Asociación Estrella Verde, que lucha contra las adicciones. Advirtió que, así como el humo del tabaco afecta a fumadores pasivos, la exposición al humo del cannabis puede intoxicar y causar alucinaciones.
Aunque aún no se han presentado denuncias formales, organizaciones locales y medios siguen recibiendo reportes de afectados.
Por su parte, la Gobernación informó que las incautaciones derivaron en procesos legales contra 1,941 personas, pero no se ha pronunciado sobre los efectos colaterales de la quema.
Mientras tanto, Lice sigue oliendo a marihuana, y sus vecinos siguen respirando las consecuencias.
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