Phillies en crisis
Hace apenas unas semanas, los Phillies en crisis parecían una frase impensable. Philadelphia había sido una máquina ofensiva durante toda la temporada regular: 212 jonrones, 55 victorias en casa y una confianza que los hacía lucir invencibles en el Citizens Bank Park.
Hoy, esa misma casa fue testigo del derrumbe. Los Dodgers de Los Ángeles se llevaron los dos primeros juegos de la serie divisional, y el equipo que antes dominaba cada rincón del diamante ahora luce irreconocible.
El bateo desaparecido
Lo que una vez fue un lineup temible, hoy es una sombra. En esta serie, los Phillies batean apenas .203, sin jonrones y con un pobre .214 con corredores en posición anotadora.
Bryce Harper y Kyle Schwarber, sus motores ofensivos, están apagados. Harper apenas conecta un hit en siete turnos, mientras que Schwarber sigue en blanco. La chispa que encendía las gradas en septiembre se ha convertido en silencio y frustración.
El bullpen no responde
El pitcheo también ha contribuido al colapso. Aunque los abridores han dado la cara, el relevo ha fallado en los momentos de presión. Con una efectividad de 7.11, el bullpen de Philadelphia no ha podido contener los ataques oportunos de los Dodgers, que castigan cada error con precisión quirúrgica.
Entre la esperanza y el adiós
Ahora, los Phillies en crisis deberán ganar dos juegos seguidos en el Dodger Stadium para seguir con vida. Un reto casi imposible ante un equipo con oficio y sangre fría.
La temporada que empezó con promesas de gloria puede terminar con decepción si no despiertan a tiempo. Todo depende de que esa poderosa ofensiva, la que alguna vez fue su identidad, recuerde quién es.
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