Una voz que desafía el silencio. María Corina Machado, desde la clandestinidad, ha vuelto a dirigirse al mundo con la fuerza de alguien que no se rinde. Su nombre ahora se suma al de los grandes defensores de la libertad. El Premio Nobel de la Paz 2025 no solo celebra su trayectoria, sino también la lucha de todo un pueblo. “Este galardón pertenece a los venezolanos”, expresó con emoción. Para ella, el mayor homenaje a Alfred Nobel será lograr lo que tanto se ha negado: la transición a la democracia.
El Comité Nobel, con sede en Oslo, justificó su decisión resaltando su “incansable labor por los derechos democráticos y su lucha por una transición justa y pacífica”. Estas palabras llegan como un respiro a un país que ha soportado más de dos décadas de heridas.
Un premio que se convierte en promesa. Machado no esquiva la realidad. Desde el anonimato forzado, recordó que Venezuela ha vivido “26 años de violencia y humillación”. Su mensaje no fue de derrota, sino de determinación. “El camino a la libertad es también el camino a la paz”, escribió en su comunicado.
El Nobel de la Paz llega en un momento crucial. Con él, se renueva la esperanza de quienes, dentro y fuera del país, aún creen que la democracia puede regresar. Líderes mundiales —desde Barack Obama hasta António Guterres— han expresado su apoyo y felicitaciones, reconociendo en Machado una voz que simboliza resistencia y esperanza.
Para los venezolanos, este premio no es un final. Es el comienzo de una nueva etapa en la larga y dura batalla por reconstruir su nación. Como dijo la propia Machado, la tarea aún está pendiente: asegurar la transición a la democracia.
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