No saben admitir errores ni pedir disculpas, son políticos, nos trajeron a este inescapable callejón sin salida, donde estamos atrapados, sin ninguna opción medianamente honorable.
Argentina se le está derrumbando encima a Javier Milei. Incapaz de resolver los problemas de Colombia, Gustavo Petro decidió centrarse en los estadounidenses, los de Israel y Gaza. La solución a los problemas colombianos está “allá afuera”.
Piden la renuncia de Ursula Vander Leyer de la Unión Europea; en Francia demandan la de Emmanuel Macron, y en Inglaterra la de Keir Starmer. Europa arde. La solución a sus problemas es atacar a Rusia.
Los problemas estadounidenses se solucionan atacando a Venezuela, Rusia, Irán y China.
Nuestros líderes están atrapados en su propia telaraña, perdidos en un laberinto que ellos construyeron, creen que guerrear es la única salida posible, razonable.
La guerra es nuestro futuro inmediato, predecible, e ineludible, si los pueblos no se levantan contra sus dirigentes.
Y las condiciones lucen favorables para cambiar el liderazgo por cualquier medio. Ingleses, alemanes, franceses y holandeses están en las calles demandando la renuncia de sus líderes.
Esos líderes quieren tener hospitales listos para “emergencias militares” a partir de marzo del 2026, en seis meses, mientras sus pueblos toman las calles para demandar sus renuncias.
Sencillo, esperan que guerreando con Rusia lograrán reunificar sus pueblos en torno a sus liderazgos fallidos, fracasados.
Ningún líder “democrático” triunfa contra la voluntad popular; el futuro de la humanidad literalmente depende de que prevalezca la voluntad popular europea, no la de sus líderes.
Si los europeos que toman las calles fracasan, el futuro humano luce gris, los líderes solo quieren guerra. Si los dejan, nos empujarán a todos a la más sangrienta guerra que haya conocido la historia humana. Antes de admitir su error, cometerán uno mucho peor, que tendrá consecuencias mucho más devastadoras que el error original.
Todo luce muy mal
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