Albert Pujols enfrenta una de esas decisiones que pueden marcar un nuevo capítulo en su brillante historia: seguir al frente del equipo dominicano para el Clásico Mundial de Béisbol o aceptar un posible ofrecimiento de los Angelinos de Anaheim para dirigir en las Grandes Ligas.
El puesto en Anaheim podría parecer un premio mayor, pero también un caramelo envenenado. Los Angelinos atraviesan una etapa difícil, sin un proyecto competitivo en el corto plazo y sin las figuras de Shohei Ohtani ni Mike Trout al cien por ciento.
En la Fedobe confían en el compromiso y coherencia de Pujols con la dominicanidad. Recuerdan que, sin necesidad alguna, decidió dirigir al Escogido, dejando atrás los lujos de una vida de estrella para compartir la rutina de un dirigente en la pelota invernal. Esa decisión demostró humildad, entrega y pasión por el béisbol.
Sin embargo, la posibilidad de dirigir en MLB es un reto distinto. No se trata solo del prestigio: son apenas 30 puestos disponibles en el mundo. Pujols, con 45 años, sabe que las oportunidades no abundan y que su momento podría estar cerca.
La gerencia dominicana, encabezada por Nelson Cruz, mantiene la esperanza de que Albert cumpla su palabra y lidere al equipo en el próximo Clásico. Pero también entienden que, si Anaheim toca la puerta, el “príncipe de Santo Domingo” tendrá que pensar muy bien su próximo swing.Albert Pujols vive su propia encrucijada. Entre el honor de dirigir al equipo dominicano o dar el salto a las Grandes Ligas, deberá elegir entre el compromiso patrio y la oportunidad histórica. Una decisión que, como tantas en su carrera, requerirá reflejos de leyenda.
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