El día de hoy, bien temprano, nos llega una comunicación procedente de la llamada Escuela Turística del Caribe, firmada por su presidente, el señor Malvi Joel Soriano Robles, dirigida al nuevo presidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), profesor Luis Pérez. En ella, se plantea la propuesta de pagar un año adelantado del arrendamiento de una parte del edificio del CDP, en lo que, a simple vista, podría parecer un gesto de buena voluntad. Sin embargo, detrás de esa aparente generosidad se esconde lo que podríamos llamar un caramelo envenenado.
El problema radica en que los términos y cláusulas de ese contrato de arrendamiento siguen siendo desconocidos para la mayoría de los periodistas colegiados. ¿Cómo aceptar un adelanto económico de algo cuya legalidad, condiciones y beneficios no han sido debidamente aclarados ni aprobados por los miembros del CDP? Sería irresponsable y hasta peligroso que la nueva gestión acepte compromisos que puedan atar aún más las manos de la institución o validar acuerdos que, desde un inicio, han sido cuestionados por su falta de transparencia.
Por más buenas intenciones que se quieran atribuir a esta propuesta, no se puede morder esa manzana envenenada. El CDP no necesita más parches financieros ni favores disfrazados de colaboración; necesita transparencia, firmeza institucional y una revisión exhaustiva de todo lo que afecta su patrimonio.
Presidente Luis Pérez, los periodistas de todo el país observamos con atención el rumbo que tomará su gestión. Este es el primer gran reto de su administración: decidir entre continuar con la opacidad del pasado o abrir las ventanas para que entre la luz de la transparencia. No permita que una decisión apresurada o tentadora manche el inicio de una etapa que debe marcar un antes y un después en la historia del Colegio Dominicano de Periodistas.
El CDP no puede seguir hipotecando su dignidad ni su casa. Este es el momento de actuar con coraje, de revisar lo firmado, de defender lo nuestro y de devolverle al colegio la credibilidad que tanto necesita. El caramelo puede parecer dulce, pero su veneno podría ser letal para el futuro del gremio.
Por: Francisco Marte
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