Shohei Ohtani y Aaron Judge. Dos estrellas que, desde caminos distintos, están escribiendo capítulos que parecen sacados de otra época.
Ohtani, un fenómeno que no se repite
Lo de Ohtani ya no es sorpresa. Es historia viva. Su tercer JMV consecutivo —y cuarto de su carrera— lo coloca en un nivel al que muy pocos llegan. Volvió a ser el jugador más influyente del país porque puede hacer algo que nadie más hace: dominar con el bate y desde la lomita.
Incluso mientras se recuperaba de una cirugía, lideró la Liga Nacional en OPS (1.014), OPS+ (179) y conectó 55 jonrones. Cuando regresó a lanzar, siguió dejando huella: EFE de 2.87, 62 ponches y apenas nueve boletos.
El béisbol nunca ha visto un talento así. Y tal vez nunca vuelva a verlo.
Judge, elegancia y poder en su punto más alto
Aaron Judge completó una temporada que merece un lugar en la historia. Campeón de bateo con .331 —el más alto para un líder en la era moderna— y 53 jonrones, se convirtió en el único jugador que combina semejante poder con un contacto tan preciso desde Mantle y Foxx.
Encabezó la MLB en OBP, SLG, OPS, bases alcanzadas, boletos y extrabases. Una actuación impecable. Un capitán que se agranda con cada swing.
En una campaña llena de hazañas, ambos terminaron unidos por lo mismo: dominio total, una frase que resume su influencia, su grandeza y su capacidad de cambiar, por sí solos, un deporte entero.
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