Anoche, Blake Snell escribió su propio capítulo dorado con una actuación de pitcheo que merece estar entre las mejores de la historia de octubre. Recordemos a Jack Morris con los Twins en el juego 7 de la Serie Mundial de 1991 contra los Bravos de Atlanta, a Dave McNally con los Orioles en la serie de campeonato de 1969, y a Bob Gibson en la Serie Mundial de 1964; todos ellos son parte de las grandes hazañas de lanzadores en la postemporada. Pero cuando se habla de dominio absoluto, siempre se recuerda el juego perfecto de Don Larsen en el clásico de otoño de 1956.
Un dominio histórico
El zurdo de los Dodgers de Los Ángeles lanzó ocho entradas de un solo hit, sin boletos y con diez ponches, brindando a su equipo una ventaja crucial frente a los Cerveceros de Milwaukee, el equipo más dominante de la temporada regular. Snell se convirtió en el primer lanzador en la historia de la postemporada en lograr una salida de al menos ocho entradas, un solo hit, ninguna carrera y diez o más ponches.
En total, solo 13 lanzadores han conseguido una actuación de ocho entradas o más con un solo imparable y sin carreras en la historia de los playoffs. Snell es uno de los diez que no permitieron anotaciones en ese grupo selecto. Su dominio fue tan completo que enfrentó al mínimo de bateadores, permitiendo únicamente un sencillo al novato Caleb Durbin, quien fue sorprendido corriendo.
Solo cuatro lanzadores en más de un siglo de béisbol han lanzado ocho entradas o más enfrentando el mínimo: Chief Bender (1910), Bill James (1914), Don Larsen (1956) y ahora Blake Snell (2025).
Eficiencia y control
Snell necesitó 103 lanzamientos, de los cuales 69 fueron strikes, mostrando un dominio absoluto de la zona. Lo más impresionante fue su precisión, considerando que es un lanzador que históricamente ha tenido problemas de control.
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