Los aranceles recíprocos impulsados por la administración Trump están bajo fuerte escrutinio internacional. Expertos advierten que estas medidas podrían tener consecuencias graves, especialmente para los países menos desarrollados.
Según el Centro de Comercio Internacional (ITC), los cálculos utilizados por Estados Unidos para justificar estos aranceles no siguen métodos económicos estándar. En palabras de Julia Spies, jefa de comercio e inteligencia de mercado del ITC, “no es la forma estándar en la que los economistas calculan la equivalencia”.
Spies expuso que los aranceles indicados por EE.UU. sobrestiman de forma drástica las tasas reales que otros países aplican a productos estadounidenses. Por ejemplo, mientras que las tarifas reales de la Unión Europea rondan el 3,5 %, el Departamento de Comercio estadounidense las fijó en un 39 %. Con China ocurre algo similar: se le atribuyó un 67 %, aunque en la práctica aplica solo un 5,5 %.
Impacto en consumidores y economías frágiles
Más allá de la metodología cuestionable, el efecto real de los aranceles recíprocos podría sentirse directamente en los bolsillos de los estadounidenses. Spies advirtió que es improbable que los exportadores absorban totalmente estos costos, lo que se traduciría en mayores precios al consumidor e inflación interna.
A nivel internacional, los países más pobres enfrentarán las consecuencias más duras. Naciones como Camboya, Laos, Madagascar y Myanmar se enfrentan ahora a aranceles superiores al 45 %, a pesar de su escasa contribución al déficit comercial estadounidense.
“La fórmula que usaron para establecer los aranceles no la había visto nunca”, dijo Spies, quien añadió que vincular los aranceles al déficit comercial carece de lógica económica.
Desvío de mercados y riesgos globales
Algunos países afectados ya están considerando redirigir sus exportaciones a otros mercados. Madagascar, por ejemplo, podría dejar de depender del mercado estadounidense para su famosa vainilla, mientras que Suiza buscaría fortalecer su comercio con China ante la caída de las exportaciones de relojes a EE.UU.
Japón es otro gran perdedor: podría perder hasta 17.000 millones de dólares en potencial exportador, especialmente en el sector automotriz, uno de los pilares de su economía.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) alertó sobre el riesgo sistémico que estas medidas representan. En un contexto de bajo crecimiento global y elevada deuda, imponer nuevas barreras comerciales sólo incrementa la incertidumbre económica.
“Las normas del comercio mundial deben evolucionar para reflejar los retos actuales, pero deben hacerlo con previsibilidad y desarrollo en su núcleo”, expresó Rebeca Grynspan, secretaria general de la UNCTAD.
Un llamado urgente al diálogo
De acuerdo con la UNCTAD, solo diez países explican el 90 % del déficit comercial estadounidense. Sin embargo, los aranceles recaen también sobre economías marginales, como pequeños estados insulares o naciones en vías de desarrollo, que poco pueden hacer para cambiar esa realidad.
“La solución no es escalar, sino cooperar”, sentenció Grynspan, quien instó a Washington a revisar sus medidas y a proteger a los más vulnerables.
Los aranceles recíprocos, lejos de resolver desequilibrios, podrían convertirse en un obstáculo para el desarrollo global y una nueva fuente de inestabilidad económica.
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