Hoy, 12 de noviembre, se cumplen 24 años del trágico accidente aéreo del vuelo 587 de American Airlines, un hecho que marcó profundamente a la comunidad dominicana dentro y fuera del país. Aquel día del año 2001, el avión que partió desde el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York con destino a Santo Domingo se estrelló apenas minutos después de despegar, cobrando la vida de 260 personas a bordo y varias más en tierra.
El desastre, considerado uno de los más dolorosos en la historia de la aviación, dejó una cicatriz imborrable en cientos de familias dominicanas. Muchos de los pasajeros eran inmigrantes que regresaban al país para reencontrarse con sus seres queridos, algunos con la ilusión de pasar las fiestas navideñas en su tierra.
Con el paso de los años, el recuerdo de aquel fatídico vuelo sigue vivo. Cada aniversario se convierte en una jornada de duelo, reflexión y homenaje. En Nueva York y en Santo Domingo, familiares y amigos de las víctimas se reúnen para rendir tributo a sus seres queridos, recordando sus historias y reafirmando el lazo de dolor que los une.
Más allá de las cifras y los titulares, detrás de cada nombre hay una historia que duele.
Cada 12 de noviembre revive el mismo sentimiento de tristeza. Es una fecha que recuerda no solo la magnitud del desastre, sino también la fragilidad de la vida y el profundo amor que une a las familias dominicanas, incluso ante la pérdida más devastadora.
El vuelo 587 no solo se estrelló en Queens; también golpeó el corazón de una nación que aún llora a los suyos, manteniendo viva la memoria de quienes partieron demasiado pronto.
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